Historia verdadera: un amigo tuvo a mal enredarse con una mujer casada.
Yo he vivido esa experiencia y no se la recomiendo a nadie. La persona casada tiene el control absoluto de la relación, así que el soltero vive pegado al teléfono esperando a que el casado o casada pueda darse una escapadita. Además, los plantones de último momento no faltan: “Híjole, mi amor, fíjate que mi marido volvió sin avisar y tú y yo ya no nos podemos ir a Cuernavaca”.
Luego de vivir esa experiencia me di cuenta de que los diez mandamientos no son imposiciones, sino consejos mal redactados. El mandamiento debiera decir así: “No desees a la mujer de tu prójimo, porque si no te hace caso vas a sentirte mal, y si te ha hace caso vas a sentirte peor”.
Pero volviendo a la historia de mi amigo, cada vez que él y la casada se veían ocurría lo mismo; en la cama, después del sexo, ella lloraba y le decía lo terrible que era su marido, al que pintaba como un hombre violento, insensible y aburrido; incapaz de conectarse con ella a nivel físico y mental. Acto seguido, se ponía sus calzones y se iba a su casa, donde la esperaba el terrible monstruo que había descrito.
Mi amigo se quedaba preocupadísimo, viendo cómo su princesa se abrochaba el brasier, se bajaba la falda y se iba, de regreso a las fauces de la bestia.
Así ocurrió durante meses hasta que un día, en la relajación post coitum, ella empezó con sus quejas de siempre: “Es que de veras, él es un hombre muy malo”. La respuesta de mi amigo fue la siguiente: “Pues no ha de ser tan malo, ¿no? Hasta te permite estar conmigo”.
La mujer casada se puso como demonio. “¡Él no sabe, pendejo! ¡Si supiera seguro te pone en la madre!” “No, yo no estoy diciendo que sepa, pero un verdadero cabrón no te dejaría salir o te tendría vigilada”.
Esa fue la última vez que se vieron. Ella salió del departamento de él bufando de ira. Casi echaba espuma por la boca.
Andrés Manuel López Obrador se comporta exactamente igual que esa mujer casada: nos cuenta el cuento terrible de que vive sometido por una mafia de fuerzas oscuras que se han adueñado de México. Dice que en los medios de comunicación lo tienen vetado (el famoso “cerco informativo”). Dice que le hacen fraudes, pero que él, valientemente, resiste los embates de “la ultraderecha”.
La verdad es que esa “mafia” de la que habla no debe ser tan mala. El otro día se destapó como candidato a la presidencia en W Radio. Y la nota salió en todos los medios de comunicación. ¿Cuál cerco informativo?
También dice que “la ultraderecha” le ha impedido llegar al poder. Falso: la presidencia del 2006 la perdió por hablador. Dijo que le hicieron fraude cibernético y no pudo demostrarlo (y eso que en aquel momento contaba con la simpatía de algunos de los mejores programadores egresados de la UNAM).
Dijo entonces que el fraude era a la antigüita. Como tampoco pudo probar esa afirmación, dijo que era una mezcla de las dos cosas. Emberrinchado, mandó cerrar Reforma durante semanas enteras y se adueñó del Zócalo, donde hace marchas y plantones cada que se le da la gana. Además, sus giras por el país y sus tiempos en televisión y radio son carísimos, y tiene el dinero para pagarlos.
¿Por qué tiene tanto poder y tanto dinero López Obrador? Bueno, una de las razones es, sin duda, que esa mafia de la que habla no ha de ser tan mala: lo deja hacer todo lo que quiere.
Si el gobierno federal fuera en serio de ultraderecha, López Obrador no existiría. Ya me hubiera gustado ver a alguien diciéndole chachalaca a Pinochet durante la dictadura chilena; por lo menos lo habrían torturado.
A López Obrador le gusta pensar que tiene enemigos del tamaño de Pinochet, Francisco Franco y Mussolini. Y le gusta pensar eso porque así justifica sus acciones consigo mismo: es un héroe, no un oportunista.
Del mismo modo, la amante de mi amigo pintaba a su marido como un ser terrible para sentirse una princesa en desgracia, en vez de afrontar lo que realmente era: una puta mancornadora.
Tomado de sergiozurita.com
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